viernes, 23 de julio de 2010

El Bueno, el Malo y el Feo: Cada pistola tiene su propia melodía




Género bastardeado si los hay. Para las productoras no era más que ganancia a poco costo, para los puristas del género una simple desviación hecha por extranjeros. El spaghetti western es mucho más que eso; fue la reinvención del género de la mano de escritores y directores que se criaron viendo los clásicos de John Ford y Howard Hughes en épocas donde Europa estaba sumida en la Segunda Guerra Mundial.

El bueno, el malo y el feo es considerada como una de las mejores películas de este subgénero. Es tercer western dirigido por Sergio Leone, la última parte de la llamada “Trilogía de los dólares” (habiendo sido Por un puñado de dólares [1964] y Por unos dólares más [1965] las anteriores) y la última película que protagonizaría Clint Eastwood como “El hombre sin nombre”. Lo acompañan Lee van Clef, nuevamente como “El hombre de negro” y Eli Wallach como Tuco.
Dejando de lado la estructura tradicional del western. La historia se centra en la búsqueda de un tesoro del ejército confederado durante la Guerra Civil Norteamericano. Los tres personajes van a involucrarse en el conflicto con tal de hacerse con el dichoso dinero, sin importar traicionarse entre ellos de ser necesario. Cada uno depende del otro: Tuco y El hombre de negro solo saben en que cementerio está mientras que El hombre sin nombre solo sabe el nombre de la tumba donde está enterrado.

A pesar que Orson Welles le advirtió a Leone que lo evitase por ser “veneno para la taquilla”, la historia transcurre durante la Guerra Civil Norteamericana. Lejos de la historia oficial, los personajes involucrados en este conflicto, no importase el bando en el que se encuentren, no están ajenos a la falta de moral de la guerra.

Las experiencias vividas por el propio director durante su infancia en la Italia fascista habrán alimentado su crítica por los combates armados. En la biografía de Leone, Algo que ver con la muerte, el autor Christopher Frayling cita una entrevista al director donde cuenta: «Lo que me interesaba era por una parte desmitificar los adjetivos, por la otra mostrar lo absurdo de la guerra […]. La Guerra Civil que encuentran los personajes, en mi marco de referencia, es inútil, estúpida: no implica una “buena causa”. La frase clave es aquella en la que un personaje –el “Hombre sin Nombre”- comenta sobre la batalla del puente: “Nunca he visto tantos hombres malgastados de tan mala manera”. Muestro un campo de concentración del Norte [...], pero en parte estaba pensando en los nazis con sus orquestas judías».

La escena a la cual hace referencia es la que sucede en el campo de prisioneros de Betterville. Parte inspirada en el campo de prisioneros de Andersonville, ubicado en Georgia, donde sucedieron atrocidades como matanzas, hambruna e, incluso, canibalismo. La otra parte, y como refiere Leone, es inspirada por los campos de concentración Nazis. La escena donde la banda de prisioneros confederados toca para silenciar los gritos de Tuco está basada en historias similares con orquestas judías durante la segunda guerra mundial.

Leone no tiene la menor intención de evitar las pausas para agilizar el ritmo de la película. La secuencia inicial, donde los personajes se presentan dura 30’, suficiente para que Leone muestre en detalle tanto las características de los personajes como los recursos de cámara que va a utilizar hasta el final. Es en este final donde sucede la escena emblemática de la película: el duelo entre los tres personajes. La verdadera protagonista en esta escena es la tensión generada por el montaje, apoyado en los planos cortos de los ojos y las manos de los protagonistas y la aceleración del ritmo segundo a segundo. La escena dura 5’ 30’’ aproximadamente y mantiene esa tensión hasta el último momento.

Lejos de la austeridad de costos que significaron las dos películas anteriores (Por un puñado de dólares costó U$S 200.000 mientras que Por unos dólares más costó U$S 600.000) el elevado presupuesto de un millón de dólares posibilitó la elaboración de escenas como la batalla y posterior destrucción del puente Branston, así como la posibilidad de construir nuevos sets de filmación en España.

Es una película intensa, con grados de tensión manejados a la perfección y manejo sutil de la cámara. Los personajes, desprovistos de moral, son más entretenidos que el típico personaje del western clásico, así como el uso de la violencia, sin reparo en el uso. No por nada, y a pesar de ser criticada y subvalorada en su momento, ha sido considerada como una de las mejores westerns de todos los tiempos. A tal punto que Quentin Tarantino la considera “la mejor película jamás filmada”.

FICHA TÉCNICA:
El Bueno, el Malo y el Feo (Il buono, il brutto, il cattivo)
Italia, 1966

Director: Sergo Leone
Producción: Alberto Grimaldi
Guión: Sergio Leone, Luciano Vincenzoni, Age & Scarpelli

Elenco:
Clint Eastwood ("Blondie"/El hombre sin nombre)
Lee van Clef ("Sentenza"/ El hombre de negro)
Eli Wallach (Tuco)

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